Las Puertas Templarias
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Al hacer un barrido fotogr?fico sobre Francia, un sat?lite geoestacionario descubre algo inesperado: ciertas ?reas de la regi?n de la Champa?a emiten una extra?a se?al. El responsable del proyecto inicia una investigaci?n que le llevar? a la b?squeda de un enigma que tiene nueve siglos de antig?edad. Su investigaic?n se mezcla con la llegada de nueve caballeros cristianos al antiguo solar del Templo de Salom?n, bajo cuyos escombros desenterraron en 1125 una codiciada reliquia que no s?lo les hizo ricos, fuertes e influyentes, sino que les vali? la fundaci?n de una docena de catedrales misteriosamente alineadas con la constelaci?n de Virgo.
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– ¿Queréis que construya la imagen del cuerpo celeste de Nuestra Señora en la Tierra?
– Así es.
– ¿Y cómo? Yo no tengo el libro que entregasteis a Imhotep, a Enoc, o a…
– Lo tendréis -le interrumpió-. Todo a su tiempo. Y cuando llegue a vuestras manos traído de Oriente y Occidente a la vez, sabréis leerlo porque yo os habré enseñado.
– Llevará semanas, tal vez meses -protestó el caballero.
– El tiempo no es un problema aquí. Gluk os lo mostrará.
El templario, con gesto de sorpresa, se encogió de hombros.
– ¿Gluk? ¿Y qué tiene que ver Gluk en todo esto?
– Es uno de nuestros iniciados. Son muchos. Los llaman «carpinteros» porque son ellos los que levantan las techumbres de los templos y éstas, como sabéis, representan a los cielos. Son los que conocen el firmamento y sus movimientos, y a ellos deberéis encomendaros para descifrar los libros que os llegarán desde la Puerta de Jerusalén. Leedlos, estudiadlos y ocultadlos hasta que llegue el tiempo en que otros merezcan acceder a ese saber.
– ¿Conocéis lo que está por llegar? -balbuceó atónito el templario, tratando de encontrar el menor atisbo de duda en su interlocutor.
– ¿No lo dije ya? El tiempo no es un problema en el reino en el que ahora estáis.
– ¿Qué mostraré para hacer creer a los míos todo lo que me habéis dicho, oh Gabriel?
– No será necesario que les entreguéis nada. Con vuestra determinación será suficiente. No obstante, ya que habéis preguntado por el tiempo que vendrá, os mostraré algo que jamás olvidaréis.
– ¿Y podré contarlo?
– Podréis.