El caballero del jubon amarillo
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Don Francisco de Quevedo me dirigi? una mirada que interpret? como era debido, pues fui detr?s del capit?n Alatriste. Av?same si hay problemas, hab?an dicho sus ojos tras los lentes quevedescos. Dos aceros hacen m?s papel que uno. Y as?, consciente de mi responsabilidad, acomod? la daga de misericordia que llevaba atravesada al cinto y fui en pos de mi amo, discreto como un rat?n, confiando en que esta vez pudi?ramos terminar la comedia sin estocadas y en paz, pues habr?a sido bellaca afrenta estropearle el estreno a Tirso de Molina. Yo estaba lejos de imaginar hasta qu? punto la bell?sima actriz Mar?a de Castro iba a complicar mi vida y la del capit?n, poni?ndonos a ambos en grav?simo peligro, por no hablar de la corona del rey Felipe IV, que esos d?as anduvo literalmente al filo de una espada.
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DE DON LUIS DE GÓNGORA
DE FÉLIX LOPE DE VEGA CARPIO
APROBACIÓN
He visto este libro intitulado El caballero del jubón amarillo, quinto volumen de las llamadas Aventuras del capitán Ala triste, para el que Don Arturo Pérez-Reverte pide licencia de impresión. Como los anteriores, nada encuentro en él repugnante a nuestra Santa Fe ni a las buenas costumbres; antes como lucido parto de ingenio y prendas de su autor, contiene saludables advertencias que balo apariencia de cuento y fábula donosa encierran lo más grave y serio de la humana filosofía. Pese a no abundar en reflexiones cristianas o piadosas, pienso que su lectura edificará a la juventud; pues su lenguaje admira al retórico, los lances y conceptos entretienen al curioso, lo riguroso contenta al docto, lo avisado advierte al prudente, y en el cierto amargor de sus exemplos y enseñanzas hay mucha saludable instrucción, por lo que resulta de él no menos provecho que deleite.
Por todo lo cual es mi parecer que se le debe dar al autor la licencia de impresión que pide.
Fecha en Madrid, a diez días del mes de octubre, año de 2003.
Luis Alberto de Prado y Cuenca
Secretario del Consejo de Castilla