Depredador de Suenos
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Condenado por los dioses a vivir su existencia sin emociones, Xypher escoge la busqueda de las emociones, para sentir otra vez en los sue?os de los humanos, solo para encontrarse a si mismo condenado a morir. Pero se le da una ?ltima oportunidad como indulto. Convertido en humano durante un mes, debe redimirse en ese tiempo o Hades lo devolver? al Tartaro y a su tortura.
Simone Dubois es una forense la cual no se asusta por gran cosa, especialmente ya que es una ps?quica y puede ver y o?r a las personas con quienes est? trabajando. Cuando ellos la empujan hacia otra v?ctima, no piensa demasiado en ello, hasta que ?l se levanta de la mesa y empieza a marcharse.
Xypher no quiere perder el tiempo con esa mujer humana y sus preguntas. Pero no pasa demasiado antes de que los misteriosos atentados contra la vida de Simone obliguen a Xypher a permanecer entre la mujer que est? empezando a tocar el coraz?n que ?l pensaba hab?a muerto hace tiempo y el peligro que amenaza la vida de ella.
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No. Lo mejor era guardarse ese amor para si mismo. Encerrarlo dentro suyo, donde sólo lastimaría a una persona, a él. Lo prefería de ese modo.
Obligándose a salir de la cama, fue a la ducha a unirse con ella.
– No volviste a soñar anoche, ¿verdad?
Xypher pausó su afeitada para mirar a Simone en el espejo.
– ¿Cómo te diste cuenta?
– Lo estuve pensando mientras me duchaba, no estoy segura porqué, pero se me cruzó ese pensamiento. ¿Soñabas cuando estabas en el Tártaro?
– No. Hades me quitó esa habilidad para que no pudiera usarla como una vía de escape a mi tortura.
– ¿Crees que sea la razón por la que no has soñado aquí?
Él enjuagó la navaja en el lavabo.
– Jaden restituyó todos mis poderes. Debería ser capaz de soñar sin inconvenientes.
Ella se paró a su lado.
– ¿Has intentado soñar?
¿Cómo podría explicarle, que él estaba viviendo el mejor sueño posible, estando ahí con ella?
– En realidad no.
– Tal vez sea eso. Quizá tan sólo necesitas intentarlo.
Cómo deseaba que fuera tan fácil. Habían más razones para que él no estuviera soñando, pero no quería pensar en eso ahora.
En lo único que quería enfocarse era en ella. Él le besó la mano y retomó la tarea de afeitarse.
A pesar de que ya no estaban unidos por las esposas, Xypher pasó el resto del día con Simone. Se dijo a sí mismo que iría tras Satara al día siguiente. Tan sólo quería un día más junto a la mujer que lo hacía reír.
Una mujer que pensaba que él era extraordinario…
Jesse y Gloria se unieron a ellos después de clase, mientras recorrían a pie el Distrito Francés y cenaban en el Restaurante Alpine.
– ¿Has vivido siempre aquí?- le preguntó, mientras caminaban entre las tiendas de Royal Street, de regreso a su apartamento.
Ella sonrió.
– Así es. Excepto por el tiempo que pasé en el hogar para huérfanos luego de que mis padres murieran.
– No mencionas mucho a tus padres adoptivos.
Ella enlazó su brazo con el de él mientras caminaban.
– Carole y Dave. Eran personas maravillosas. Querían hijos propios, pero Carole no había sido capaz de concebir. En un principio, querían adoptar un bebé, pero finalmente se rindieron y decidieron acoger niños mayores. Yo era la menor de los cuatro que adoptaron.
– ¿Entonces tienes hermanos?
– En realidad no. Mis hermanos adoptivos ya se habían marchado de la casa cuando yo llegué. Intercambiamos tarjetas navideñas, pero para ser honestos, somos prácticamente desconocidos. Lo único que teníamos en común eran los O’Learys. Y a ellos sí los extraño un montón. Cada vez que me ponía triste, Carole me llevaba a Fifi Mahoney’s donde me probaba pelucas y jugaba a maquillarme. Ella podía iluminar una habitación entera con su sonrisa.
– También tú.
Ella se detuvo a mirarlo.
– ¿Tú crees?
– Absolutamente.
Simone se conmovió totalmente con su cumplido. Siguieron caminando, con sus brazos entrelazados, bromeando y jugando hasta que llegaron a su apartamento.
– Entonces, ¿qué sucedió con tus padres adoptivos?
Ella inspiró profundamente por la tristeza que le provocó la pregunta. -Murieron en un accidente de coche durante mi primer año de facultad.
– Lo siento mucho.
– Está bien. Pasó hace mucho tiempo, pero me dejó cicatrices profundas. No podía quitarme la idea de que estaba condenada a perder a todas las personas que amara. -Ella sacudió la cabeza. -Hubo un tiempo, en que me levantaba a mitad de la noche para asegurarme de que Jesse aún estaba conmigo.
Xypher respiró hondo. Y ahora, él también iba a abandonarla…
No, jamás podría decirle que la amaba. Sería cruel.
Simone abrió la puerta de su apartamento, y se detuvo al ver que alguien se desplomaba al final del pequeño pasillo. Apresurándose hacia la persona, se sorprendió al encontrarse con Kyle Peltier. Tenía una terrible herida en su estómago. La sangre le salía a borbotones.
Temblando, alargó la mano hacia Xypher y lo cogió por la camisa.
– Los gallus están atacando a Kerryna en su apartamento. Ayúdala. ¡Por favor!
Xypher se enderezó de un salto.
– Llévalo al Santuario.
Simone tragó saliva.
– ¿Qué hay de tí?
– Tengo que unirme a una pelea. Jesse, ve con Simone y asegúrate de que nada le pase. Si me necesita, búscame inmediatamente.
CAPÍTULO 16
Xypher fue corriendo hacia el apartamento de Kerryna. Desde fuera era idéntico al de Simone, excepto que este tenía un pequeño espejo que se balanceaba desde el llamado, un espejo que estaba diseñado para mantener alejados a los gallu.
Si tan sólo surtiese efecto.
Corrió a la puerta y probó el pomo.
Éste giró.
Abriendo la puerta, listo para la batalla, se sorprendió de encontrar el lugar completamente vacío. Entró lentamente en la casa, esperando una emboscada. Con nada excepto silencio murmurando en sus oídos, fue de habitación en habitación buscando a la Dimme.
O su cuerpo.
No había latidos en el lugar. Pero allí donde mirara veía los restos de la batalla. El mobiliario estaba destrozado, las rinconeras estaban sobre el suelo. Era obvio que Kerryna y Kyle habían presentado una tremenda lucha.
Pero la cuestión era, ¿Por qué habría ido ella allí sin Xedrix?
– ¡Maldición! -Jadeó él. Debían habérsela llevado con ellos cuando se marcharon.
Xypher se apresuró en regresar para encontrar a Simone esforzándose por meter a un inconsciente Kyle en el coche. Él cogió al cachorro de sus brazos y lo alzó en los suyos antes de desvanecerlos al Santuario.
Carson se puso en pie frunciendo profundamente el ceño cuando vio al sangrante cuerpo de Kyle.
– ¿Qué sucedió?
– Ha sido atacado -Xypher condujo a Kyle a la habitación donde Carson lo había tendido a él cuando había estado herido.
– Gracias por traerle aquí.
– De nada. Ahora si me disculpas, tengo algunas malas noticias que entregar.
Xypher se volvió a Simone.
– ¿Qué malas noticias? -Preguntó ella.
– Creo que ellos cogieron a Kerryna.
Su cara palideció, Simone trastabilló por el shock.
– ¿Los gallu? ¿Por qué?
– Para usarla, estoy seguro.
– ¿Lo sabe Xedrix?
Xypher volvió a mirar hacia el sangrante cuerpo de Kyle.
– Tengo una ligera suposición de que no lo sabe. Creo que Kyle debe haber estado echando un vistazo a su negocio. Tenemos que ir a su bar y contarle a Xedrix que ha sucedido.
Ella no podía estar más de acuerdo.
– De acuerdo. Vamos con esa cosa de desvanecerse… sin náuseas esta vez. Esperemos.
– Un segundo- él miró a Jesse-. Tú también. Gloria, sujétate a él así no nos separaremos.
Lo siguiente que supo Simone era que estaban en el club, el cual estaba abarrotado con estudiantes de instituto y locales. Todos ellos permanecían detrás del almacén donde Xedrix los había traído originalmente.
Una banda estaba tocando alta y oscura música.
Xypher cogió su mano y la condujo hacia la pista de baile. En la muchedumbre, era imposible distinguir a los Carontes de los humanos. La única manera en que podía notar la diferencia era por su sentido de demonio advirtiéndola sobre ellos siempre que se movían cerca de alguno.
– ¿Dónde esta Xedrix? -Preguntó Xypher a un alto y moreno demonio que estaba sirviendo bebidas.
– Está en el bar.
Xypher se abrió paso hacia el área que estaba marcada con tubos de neón y signos pintados a mano sobre el espejo con el logo del club, los dientes de un vampiro con tres gotas de sangre cayendo de sus labios.
Xedrix se sentaba en uno de los taburetes, observando el público y bebiendo absinthe [15]. Se tensó en el momento en que los vio aproximarse.