Cazador De Almas
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En una caba?a aislada de Massachusetts, seis j?venes dispuestos a morir se atrincheran esperando el asalto de agentes del FBI. En una zona boscosa de Washington, cerca del monumento a Franklin D. Roosevelt, aparece el cad?ver de la hija de un senador.
Para Maggie O?Dell, agente especial del FBI encargada de la investigaci?n, estos dos casos est?n lejos de ser rutinarios. Experta en la elaboraci?n de perfiles criminales, Maggie aporta un enfoque psicol?gico en casos en los que intervienen presuntos asesinos en serie. De ah? que no acabe de entender por qu? se le asigna la investigaci?n de dos cr?menes sin relaci?n aparente.
Sin embargo, a medida que Maggie y su compa?ero, el agente especial R.J. Tully, se sumerjan en la investigaci?n, descubrir?n que ambos casos est?n unidos por un v?nculo: el reverendo Joseph Everett, l?der carism?tico de una conocida secta religiosa. ?Es Everett un psic?pata que utiliza su influencia para escenificar cr?menes horrendos? ?O es tan s?lo la cabeza de turco de un asesino m?s astuto y retorcido que ?l?
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– ¿Qué es esto?
– Es para cuando estés preparada -respondió su madre con voz suave y tierna. Maggie la miró, extrañada-. Es su nombre, su dirección y su número de teléfono.
El nudo del estómago de Maggie se apretó aún más. Miró hacia otro lado y dejó sobre sus rodillas el sobre. Quería devolvérselo a su madre y olvidarse de él. Pero al mismo tiempo estaba deseando abrirlo.
– ¿Cómo se llama? -preguntó.
Su madre logró esbozar una sonrisa.
– Patrick. Por el hermano de Thomas. Creo que a tu padre le habría gustado.
La puerta se abrió y ambas se sobresaltaron. El jefe Henderson mantuvo la puerta abierta mientras salía Julia Racine, que pareció sorprendida al verlas allí. La detective iba vestida con un traje azul marino bien planchado y zapatos de tacón, y llevaba el pelo rubio bien peinado. Incluso se había pintado los labios.
– Agente O'Dell, señora O'Dell -Racine hizo un esfuerzo por parecer amable y ocultar su asombro.
Maggie no pudo evitar pensar que se habría sentido más a sus anchas preguntándoles qué coño hacían allí. Pero esa mañana Racine se había propuesto portarse bien. Y le convenía. Henderson no se estaba tomando a la ligera la comisión disciplinaria.
– Declarará usted primero, agente O'Dell -dijo Henderson, que seguía sujetando la puerta.
Maggie notó que Racine la escudriñaba, preguntándose quizá de qué lado se pondría. Se detuvo delante de ella, miró sus ojos inquisitivos y dijo:
– ¿Te importaría distraer a mi madre una vez más?
Esperó a que Racine sonriera y a continuación pasó junto al jefe Henderson y entró en la sala de reuniones.
Alex Kava
Alex Kava nació en un pueblecito de Nebraska, Silver Creek. De niña, escribía relatos cortos en el dorso de viejos calendarios y en cualquier trozo de papel; los compartía sólo con su hermano pequeño y los escondía.
Se graduó magna cum laude en la universidad de Saint Mary, en Omaha, Nebraska, en Arte y Literatura. Ha hecho estudios de posgrado en publicidad y marketing. Durante los últimos quince años, Alex trabajó en el mundo del diseño gráfico, publicidad y relaciones públicas diseñando la presentación de productos alimenticios, logos para empresas nacionales y folletos promocionales. Pero en el verano de 1996, dejó su trabajo como directora de Relaciones Públicas para dedicar más tiempo a la escritura y para tener más tiempo creo su propia empresa de diseño gráfico, Square One.
Desde la publicación de su primera novela, Bajo Sospecha (2000), no ha dejado de escribir y publicar. Además de atender a su propia empresa, también trabaja como profesora suplente en una universidad local. Alex vive en Omaha, Nebraska, con sus dos perros.