La F?rmula Omega

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La F?rmula Omega
Название: La F?rmula Omega
Автор: Reig Rafael
Дата добавления: 16 январь 2020
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La F?rmula Omega - читать бесплатно онлайн , автор Reig Rafael

En una teleserie, los personajes secundarios organizan una revoluci?n que obliga a los protagonistas hertzianos y catodios a exiliarse al otro lado de la pantalla, en Madrid, donde tendr?n que enfrentarse al universo opaco de los telespectadores espa?oles. Siguiendo las instrucciones secretas que Bobby Fischer env?a al Maestro Carranza, una organizaci?n criminal pone en movimiento su comando armado, dirigido por un taxista y compositor de problemas (no s?lo de ajedrez) que tiene un prop?sito imposible: salir de s? mismo y conseguir entrar fuera. Cuando aparecen los primeros cad?veres la novela se precipita en un laberinto de amores prohibidos y persecuciones implacables que desemboca en la reglamentaria ensalada de tiros.

A trav?s del humor, La f?rmula Omega se propone forzar las posibilidades del g?nero para lograr una novela diferente. Y, al mismo tiempo, una de pensar. ?Qu? es la f?rmula? ?Hay una verdad oculta? ?Cu?l es la verdadera naturaleza de lo real? Estas son las preguntas que se hacen unos personajes arrinconados entre la memoria y la esperanza.

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Capítulo 36 Zeitnot

– En pocas palabras, que no me da la gana. Con razón o sin ella, a mí es que no me da la gana de morirme.

Carranza se sentía unamuniano frente al espejo de su habitación.

Desnudo, tenía torso de anacoreta, con el pecho hundido en el que se podían contar las costillas.

A él le salían dieciséis a cada lado, como las piezas sobre un tablero.

Se le acababa el tiempo y ni el reloj einsteniano-daliniano de Bobby Fischer podía salvarle. Si consiguiera hacer un movimiento, sumaría tiempo; pero como le seguían, debía permanecer escondido en la pensión. Además, en vista del silencio de Bobby, ¿hacia dónde moverse?

El dolor aumentaba cada día. Había perdido el pelo, orinaba con padecimientos y se hacía daño en las encías al masticar.

No quería cerrar los ojos en la cama de la pensión, con el despertador en la mesilla, al que no volvería a dar cuerda, el tubo de medicamentos, las gafas de leer y ese libro que nunca sabría cómo terminaba, con un billete de metro señalando la página de la que ya no iba a pasar.

No le daba la gana.

Su única esperanza era la fórmula Omega.

La impaciencia por el regreso de Bobby le había hecho caer enfermo. A finales del 91, en el Gregorio Marañen, le extrajeron una muestra del lobanillo de la nuca y el resultado de la biopsia fue concluyente: cáncer linfático. Le pronosticaron unos pocos meses de vida.

Claudio Carranza no tuvo dificultad para comprender lo que le había sucedido. La exposición a las radiaciones había desencadenado el cáncer. La misma energía que le había revelado la existencia de la fórmula Omega le sentenciaba a muerte. ¡Mira que había que sentirse unamuniano para morir de una paradoja!

Su única salvación estaba en que Bobby siguiera jugando y le revelara a tiempo la fórmula, pero había vuelto a desaparecer del mapa, tras desafiar públicamente a las autoridades norteamericanas.

De pronto sintió una irritación en la nuca que se convirtió en escozor. Asustado, se miró las manos vacías. De golpe, acababan de borrarle todas las líneas del destino: ¡cataplún!

Se precipitó de rodillas sobre la alfombra.

La transmisión duró apenas unos segundos y al terminar Claudio era un hombre nuevo.

Esta vez las instrucciones no provenían de Bobby, sino de un desconocido que hablaba con marcado acento gallego.

Le persiguieran o no le persiguieran, ahora tenía una misión que cumplir: ejecutar a la Princesa.

– Bip-bip…, bip-bip…, bip-bip… -decía al abrir la puerta de la calle.

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