Echo Park

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Echo Park
Название: Echo Park
Автор: Connelly Michael
Дата добавления: 16 январь 2020
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Echo Park читать книгу онлайн

Echo Park - читать бесплатно онлайн , автор Connelly Michael

Harry Bosch tiene la oportunidad de reabrir un caso en el que trabaj? en el pasado y que hab?a quedado sin resoluci?n; se traga del asesinato de Marie Gesto, una joven desaparecida a?os atr?s. Bosch tuvo siempre el presentimiento de que nunca encontrar?an con vida a Gesto y cuando las circunstancias le forzaron a cerrar el caso, se qued? con la desagradable sensaci?n de haber dejado escapar al culpable por obviar un detalle de la investigaci?n. Por ello recibe, entre esc?ptico y aliviado, la confesi?n de un hombre que alega estar detr?s del asesinato de la joven. Las circunstancias que envuelven el caso son at?picas dado el inter?s de un pol?tico por llegar a un pacto con el presunto culpable. Arguye que resultar?a beneficioso paa ambas partes: el detenido detallar?a qu? pas?con otros casos irresolutos cuya autor?a se atribuye, evitando as? la pena de muerte. A Bosch no le gusta la propuesta, pero no puede reprimir su deseo de cerrar un caso que le ha inquietado durante a?os.

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Rider sonaba deprimida y Bosch no sabía qué decir. Catorce años antes, cuando tenía aproximadamente la edad de ella, Bosch se había despertado en un hospital después de recibir un balazo en el hombro izquierdo. Todavía recordaba el dolor desgarrador que había sentido cada vez que el efecto de la morfina empezaba a remitir.

– He traído los diarios -dijo-. ¿Quieres que te los lea?

– Sí. Nada bueno, supongo.

– No, nada bueno.

Sostuvo la primera página del Times para que Rider viera la imagen de ficha policial de Waits. A continuación leyó el artículo principal y luego el despiece. Cuando hubo terminado, la miró. Parecía afligida.

– ¿Estás bien?

– Deberías haberme dejado, Harry, y haber ido a por él.

– ¿De qué estás hablando?

– En el bosque. Podrías haberlo cogido. En cambio, me salvaste la vida. Ahora mira la mierda en la que estás metido.

– Gajes del oficio, Kiz. La única cosa en la que podía pensar allí era en llevarte al hospital. Me sentía realmente culpable por todo.

– ¿De qué exactamente has de sentirte culpable?

– De mucho. Cuando el año pasado volví al departamento te hice salir de la oficina del jefe y ser otra vez mi compañera. No habrías estado ahí ayer si yo…

– ¡Por favor! ¿Puedes callar la puta boca?

Bosch no recordaba haberla oído usar nunca semejante lenguaje. Obedeció.

– Calla -dijo Rider-. Basta de eso. ¿Qué más me has traído?

Bosch levantó la copia del expediente del caso Gesto.

– Oh, nada. He traído esto para mí. Para leer mientras estabas durmiendo o algo. Es la copia del expediente Gesto que hice cuando me retiré la primera vez.

– ¿Y qué vas a hacer con ella?

– Ya te lo he dicho, sólo voy a leerla. No dejo de pensar que se nos ha pasado algo.

– ¿Nos?

– A mí. Se me ha pasado algo. Últimamente he estado escuchando mucho una grabación de Coltrane y Monk tocando juntos en el Carnegie Hall. La tuvieron ahí delante, en los archivos del Carnegie, durante unos cincuenta años hasta que alguien la encontró. La cuestión es que el tipo que encontró la grabación tenía que conocer su sonido para saber lo que tenían en la caja de los archivos.

– ¿Y eso cómo se relaciona con el expediente?

Bosch sonrió. Ella estaba en la cama del hospital con dos heridas de bala y aún le tomaba el pelo.

– No lo sé. No dejo de pensar que hay algo aquí y que soy el único que puede encontrarlo.

– Buena suerte, ¿Por qué no te sientas en esa silla y lees tu expediente? Yo voy a dormir un rato.

– Vale, Kiz. No haré ruido.

Apartó la silla de la pared y la acercó a la cama. Al sentarse, ella habló otra vez.

– No voy a volver, Harry.

Bosch la miró. No era lo que quería oír, pero no iba a protestar. No en ese momento, al menos.

– Lo que tú quieras, Kiz.

– Sheila, mi ex novia, acaba de visitarme. Vio las noticias y vino. Dice que me cuidará hasta que esté mejor, pero no quiere que vuelva a la poli.

Lo cual explicaba por qué no había querido hablar con Bosch en el pasillo.

– Siempre fue un motivo de discusión entre nosotras, ¿sabes?

– Recuerdo que me lo dijiste. Mira, no has de decirme nada de esto ahora.

– Pero no se trata sólo de Sheila. Se trata de mí. No debería ser policía. Lo demostré ayer.

– ¿De qué estás hablando? Eres una de las mejores polis que conozco.

Bosch vio resbalar una lágrima por la mejilla de su compañera.

– Me quedé paralizada ahí, Harry. Me quedé paralizada y dejé que él… simplemente me disparara.

– No te hagas esto, Kiz.

– Esos hombres están muertos por mi culpa. Cuando él agarró a Olivas yo no pude moverme. Sólo observé. Debería haberle disparado, pero sólo me quedé allí. Me quedé allí y dejé que disparara a continuación. En lugar de levantar mi pistola, levanté la mano.

– No, Kiz. No tenías ángulo sobre él. Si hubieras disparado, podías haberle dado a Olivas. Después era demasiado tarde.

Esperaba que ella entendiera que le estaba diciendo lo que tenía que declarar cuando llegara la UIT.

– No, he de asumirlo. Yo…

– Kiz, si quieres dejarlo, está bien. Te apoyaré al máximo. Pero no te voy a apoyar con esta otra mierda, ¿entiendes?

Rider se volvió para mirarlo, pero los vendajes le impidieron girar el cuello.

– Vale -dijo.

Brotaron más lágrimas y Bosch comprendió que ella tenía heridas mucho más profundas que las del cuello y la mano.

– Tendrías que haber subido tú -dijo.

– ¿De qué estás hablando?

– En la escalera. Si hubieras estado tú arriba en lugar de mí, nada de esto habría ocurrido. Porque no habrías dudado, Harry. Le habrías volado los sesos.

Bosch negó con la cabeza.

– Nadie sabe cómo va a reaccionar en una situación hasta que está metido en ella.

– Me quedé paralizada.

– Duerme, Kiz. Recupérate y luego toma tu decisión. Si no vuelves, lo entenderé. Pero yo siempre te voy a apoyar, Kiz. No importa lo que ocurra ni adónde vayas.

Ella se limpió la cara con la mano izquierda.

– Gracias, Harry.

Rider cerró los ojos y Bosch observó hasta que ella finalmente se rindió. Murmuró algo que Bosch no pudo entender y se quedó dormida. Bosch la observó un rato y pensó en cómo sería no tenerla más de compañera. Habían trabajado bien juntos, como una familia. La echaría de menos.

No quería pensar en el futuro en ese momento. Abrió el expediente del caso y decidió empezar a leer acerca del pasado. Empezó por la primera página, el informe inicial del homicidio.

Al cabo de unos minutos lo había leído y estaba a punto de comenzar con los informes de los testigos cuando empezó a vibrarle el móvil en el bolsillo. Salió de la habitación para responder la llamada en el pasillo. Era el teniente Randolph de la Unidad de Investigación de Tiroteos.

– Lo siento, vamos a mantenerlo fuera de servicio hasta que nos tomemos nuestro tiempo con esto -dijo.

– Está bien. Ya sé por qué.

– Sí, mucha presión.

– ¿En qué puedo ayudarle, teniente?

– Esperaba que pudiera pasarse por el Parker Center y ver esta cinta que hemos conseguido.

– ¿Tienen la cinta del cámara de O'Shea?

Hubo una pausa antes de que respondiera Randolph.

– Tenemos una cinta suya, sí. No estoy seguro de que sea la cinta completa y por eso quiero que la mire. Ya sabe, para que nos diga lo que falta. ¿Puede venir?

– Tardaré cuarenta y cinco minutos.

– Bien. Estaré esperando. ¿Cómo está su compañera?

Bosch se preguntó si Randolph sabría dónde estaba.

– Todavía resiste. Estoy en el hospital ahora, pero ella está inconsciente.

Esperaba retrasar el interrogatorio de Rider por la UIT lo más posible. Dentro de unos días, cuando estuviera sin calmantes y con la mente despejada, Rider quizá se pensaría mejor lo de declarar voluntariamente que se había quedado paralizada cuando Waits actuó.

– Estamos esperando para ver cuándo podremos interrogarla -dijo Randolph.

– Probablemente dentro de unos días, diría.

– Probablemente. En cualquier caso nos vemos enseguida. Gracias por venir.

Bosch cerró el teléfono y volvió a entrar en la habitación. Cogió el expediente del caso de la silla donde lo había dejado y miró a su compañera. Estaba dormida. Salió en silencio de la habitación.

Llegó en poco tiempo al Parker Center y llamó a Rachel para decirle que la comida pintaba bien. Accedieron en ir de lujo y ella dijo que haría una reserva en el Water Grill para las doce. Bosch dijo que la vería allí.

La brigada de la UIT se hallaba en la tercera planta del Parker Center. Estaba en el extremo opuesto del edificio desde la División de Robos y Homicidios. Randolph tenía una oficina privada con equipo de vídeo. Estaba sentado detrás del escritorio mientras Osani trabajaba con el equipo y poniendo a punto la cinta. Randolph señaló a Bosch el único asiento que quedaba.

– ¿Cuándo consiguieron la cinta? -preguntó Bosch.

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