-->

Dafne desvanecida

На нашем литературном портале можно бесплатно читать книгу Dafne desvanecida, Somoza Jos? Carlos-- . Жанр: Триллеры. Онлайн библиотека дает возможность прочитать весь текст и даже без регистрации и СМС подтверждения на нашем литературном портале bazaknig.info.
Dafne desvanecida
Название: Dafne desvanecida
Автор: Somoza Jos? Carlos
Дата добавления: 16 январь 2020
Количество просмотров: 264
Читать онлайн

Dafne desvanecida читать книгу онлайн

Dafne desvanecida - читать бесплатно онлайн , автор Somoza Jos? Carlos

El cubano (La Habana, 1959) Jos? Carlos Somoza qued? finalista del Nadal del 2.000 con esta complicada novela donde se plantea el conflicto entre el mundo `real` y el literario. La sociedad que imagina Somoza, aunque no necesariamente ut?pica ni ucr?nica (transcurre en un Madrid reconocible y en tiempos contempor?neos), es la de la preponderancia de lo literario, de lo narrativo. Hay una macroeditorial, SALMACIS, omnipotente que adem?s es s?lo la terminal ib?rica de una todav?a mayor multinacional. En esta sociedad donde `todo el mundo escribe`, un escritor de fama, Juan Cobo, ha sufrido un accidente de autom?vil y ha quedado amn?sico. Recuerda vagamente haber entrevisto a una dama misteriosa de la que cree haberse enamorado y cuya pista sigue. Por aqu? aparecen cosas bizarras como un restaurante `literario` donde los comensales, mientras restauran sus fuerzas, escriben en unos folios que les facilitan los siempre sol?citos camareros. Alg?n d?a estos fragmentos ser?n editados. Tambi?n aparece un curioso detective literario que se dedica, entre otras cosas, a detectar plagios e intertextualizaciones varias.

Seg?n explica el flamante propietario de SALMACIS, la novela del siglo XIX presenci? el predominio del personaje (Madame Bovary v.g.), el XX contempl? el ascenso y la dictadura del autor, pero el XXI es el tiempo del editor. Ser? -?es?- el editor quien conciba el libro y luego le de forma, recurriendo al autor como uno m?s dentro de la industria editorial (junto a correctores, `negros`, ilustradores, maquetadores, etc.), y sus preferencias van por la gran novela coral. Como una que aparece en `Dafne Desvanecida`, en la que se afanan docenas de an?nimos escritores a sueldo, plasmando la cotidianidad de un d?a en la vida de Madrid. La obsesi?n del editor por las descripciones literales de la realidad no es, en todo caso, casual, ya que ?l es ciego y, como le gusta recalcar, s?lo conoce las cosas a trav?s de la lectura (en su caso no dice si Braille o en voz alta por otra persona).

En este mundo los libros alcanzan su relieve m?s por la solapa que por el interior. Lo importante, recalca el detective Neirs, es la solapa. Ella nos explica c?mo hay que leer el libro. La cuesti?n no es balad?, y ?l lo explica. No es igual leer la Biblia como la verdad revelada de un dios omnipotente que leerla como lo que es, una colecci?n de chascarrillos folkl?ricos de un pueblo de pastores del Sina?. Pensemos, nos aconseja, en que si las `Mil Y Una Noches` se hubiera interpretado como la Palabra de Dios (es decir, si la `solapa` mantuviera tal), `muchos devotos hubieran muerto por Aladino, o habr?an sido torturados por negar a Scherezade…`.

Existen tambi?n los `modelos literarios`, algunas bell?simas como esa Musa Gabbler Ochoa que se ofrece, voluptuosa, a Juan Cobo, invit?ndole a que la maltrate, como acaba de contarle que hac?a su padre cuando era ni?a. Pero Cobo descubre en el apartamento de la Musa a un `voyeur`, no un voyeur sexual, sino literario, que emboscado tras unos biombos toma nota febrilmente de la escena. Despu?s se dar? cuenta de que la Gabbler se gana as? la vida y le ha metido como involuntario `modelo literario` en su vida, notando c?mo les sigue otro aparente `voyeur` que garrapatea subrepticiamente desde los portales y esquinas…

Pero nada es lo que parece. Cobos, en su b?squeda de la bella desconocida, a la que crey? entrever antes de su accidente en el restaurante literario (y que NO es la Gabbler), ser? sometido a un enga?o y a un chantaje. Se le hace creer que un escritor zumbado la tiene secuestrada y que va a matarla entre torturas, como pura experiencia literaria. Mientras haga esto, ir? publicando unos textos donde la mujer real va desapareciendo como mero personaje literario. ?l debe hacer lo contrario, contra reloj, darle caracter?sticas reales, sin miedo a caer en el prosa?smo (la pinta vulgar, casi fea, aunque con un remoto brillo de belleza en los ojos). Cobos, como un loco, apremiado por el detective, lo har?. Para descubrir luego, de boca del editor de SALMACIS, que todo es mentira, que ha sido inducido a ello para obligarle a escribir. Pero incluso su accidente es falso y la amnesia fue provocada ?Con su consentimiento! (seg?n demuestra un contrato que ?l firm? antes de la intervenci?n).

Внимание! Книга может содержать контент только для совершеннолетних. Для несовершеннолетних чтение данного контента СТРОГО ЗАПРЕЩЕНО! Если в книге присутствует наличие пропаганды ЛГБТ и другого, запрещенного контента - просьба написать на почту [email protected] для удаления материала

1 ... 28 29 30 31 32 33 34 35 36 ... 38 ВПЕРЕД
Перейти на страницу:

14. Natalia Guerrero: real.

Me había propuesto conseguirlo: crear a una mujer de carne y hueso, tan verdadera como el papel donde la imprimiría.

«Una vida contrarreloj»: así hubiera podido titularse aquella extraña biografía que mis dedos arañaban (incansables perros feroces atados a mis manos) sobre los huesecillos de las teclas. Surgían las anécdotas, los momentos felices y las lágrimas. La historia no revestía especial dificultad: creo que fue Tolstoi quien dijo que todas las familias felices se parecen entre sí, pero erró al afirmar que las desgraciadas son diferentes. En realidad, la vida (lo descubrí en aquel momento) carece de imaginación: un bebé, una abeja y una foto amarilla olvidada en un álbum poseen innúmeras réplicas, todas iguales. El pasado de cualquier ser humano es idéntico al de todos; sólo nos diferenciamos a la hora de contarlo. Fue sencillo inventar fiestas, navidades y juguetes para Natalia; insomnios, pesadillas y terrores emergieron con similar facilidad.

Dejé un espacio en blanco para el padre. Abordaría aquel problema en último lugar.

Oscurecía cuando escribí que Natalia se hallaba triste. Que su juventud, encerrada en casa con una madre alcohólica y un padre enigmático, había sido solitaria… ¿Y al llegar a la universidad? ¿Se había quedado en Ciudad Real? ¿Había emigrado? Como deseaba que todo fuera azaroso, escogí dos rectángulos de «Sucesos»:

3. Casa de Mirasierra: desde hace 7 años.

8. Ella goza con sus fantasías.

De modo que Natalia vivía en una casa como la mía, en Madrid, desde hacía 7 años. Era de suponer que había venido antes a la ciudad, quizá para acabar sus estudios de Filología Clásica y abrirse camino como escritora. Porque «Ella goza con sus fantasías» me hacía pensar en mi propio trabajo. Natalia había heredado aquella pasión de su abuelo Gaspar. Obtuve su bibliografía de mis propios títulos, deformándolos ligeramente: Soy yo quien me mira desde el espejo (1989), Encuentro tenue (1991), La mujer de los sábados (1995). Ya estaba; ésas eran las novelas de Natalia Guerrero. Nada de premios Bartleby; simplemente buenas ventas, sobre todo del último libro. Traducciones. Había podido permitirse comprar una pequeña casa en una urbanización del norte. Durante un tiempo había enseñado latín y griego en un instituto, pero lo había dejado. Su tesis doctoral versaba sobre las Metamorfosis.

Ya tenía a Natalia Guerrero, filóloga, escritora, viviendo sola en Madrid, mimada por un relativo éxito. ¿Y cómo era su vida actual? ¿Se había casado? ¿Tenía hijos?

Con aires de sibila frente a un mazo de cartas, escogí otros dos «Sucesos».

7. Soledad, vacío, depresión.

1. Casi me mato con el coche el día de mi cumpleaños.

«¿Por qué, Natalia? -pensé-. Vivías en Madrid, triunfabas como escritora, lo tenías todo… ¿Por qué, de repente, sumida en la más profunda de las tristezas, decidiste coger el coche y matarte el día de tu cumpleaños?» La idea se me había ocurrido al ver aquellos dos papeles juntos. Al principio pensé en rechazarla y escribir: «un accidente». Pero de nuevo acaté las leyes del azar. «Un intento de suicidio», gritaba la funesta combinación de rectángulos. Pero ¿por qué? ¿Problemas amorosos? ¿Una enfermedad? No se me ocurría nada plausible.

Desesperado, saqué otro «Suceso».

9. Búsqueda y laberinto.

Aquel dato no me ayudaba: más bien, me enfrentaba cara a cara con el enigma. «He llegado al nudo gordiano -pensé-. La vida de Natalia es un laberinto. Mi juego es una búsqueda. Ahora estoy en el centro de ambos.» Revisé los papeles previos en busca de pistas, y tropecé con el Gran Desierto Blanco de la figura paterna. «Quizá la clave resida en él. Necesito inspiración. Algo que me ayude a inventármelo.»

En ese instante sonó el timbre de la puerta. Al levantarme, comprobé que me sentía muy débil, casi mareado; no había comido en todo el día. Por otra parte, aquella visita sorpresa me intrigaba. ¿Quién podía ser? Aún era pronto para que se tratara de Neirs. Salí al pasillo y llamé a Ninfa sin obtener respuesta. Pero mi estado de ánimo no me permitía, en aquel momento, preocuparme por el paradero de mi criada. Me tambaleé hacia la puerta y abrí.

Enmarcado en el umbral, con su inevitable traje gris, estaba el hombre de la cara fofa.

– Soy Adán Nadal, señor Cabo. ¿Me recuerda? ¿Puedo pasar?

«Lo siento, estoy muy ocupado.» Estas palabras viajaban hacia mis labios cuando le oí murmurar:

– Se trata de Natalia. Me obsesiona.

– A mí también -repliqué.

Lo invité a pasar a mi despacho. «Quizá él pueda inspirarme», pensaba. Nos sentamos frente a frente y empezamos a observarnos. Lo vi sacar el cuaderno y la pluma. Yo hice lo propio con mi libreta negra de la clínica.

– Disculpe mi visita -dijo-, pero ya sabe cómo es la servidumbre de la inspiración. No puedo dejar de pensar en ella.

– Yo tampoco. Estoy escribiendo una novela con un personaje del mismo nombre.

– ¡Eso es una maravillosa coincidencia! -Se admiró.

– Así es.

– Quizá podamos ayudarnos mutuamente.

– Quizá.

Hubo un silencio repleto de propósitos. Pensé en dos jugadores de ajedrez elaborando la apertura.

– Pues empiece usted, si no le importa -dijo Adán Nadal-. Ya le expliqué ayer que no puedo inventar nada.

– Mi problema es el padre -dije. Cara Fofa hizo un gesto con la cabeza y anotó algo-. No consigo imaginar qué clase de persona era. ¿Tiene usted alguna idea al respecto?

– Le confieso que no. ¿Y usted?

– Lo único que sé es que era un desconocido que no dejaba de mirarla.

– ¿Nada más? -se intrigó Cara Fofa-. Qué extraño.

Me encogí de hombros.

– En realidad, no es tan extraño: me he inspirado en usted, como usted en mí. -Sonrió discretamente y anotó algo. Proseguí-. El padre era un individuo enigmático. En cuanto a la madre, se trataba de una neurótica que abusaba del alcohol.

– Entonces todo queda explicado -dijo.

– ¿Usted cree?

– El padre tenía que aguantar a una mujer insoportable.

– ¡La madre no era insoportable! -protesté-. En cualquier caso, tenía tanto derecho a existir como su marido.

El hombre de la cara fofa agitó una mano.

– No he dicho lo contrario -repuso-. Sólo he planteado una posible explicación para el carácter del padre. -Y agregó, en tono lastimero-: Póngase en su lugar.

«Quizá tenga razón», pensé, y anoté el dato.

– ¿Cree usted que él amaba a su hija? -pregunté de improviso.

– ¿Y usted? ¿Qué cree?

– Le he preguntado su opinión.

Se removió incómodo en el asiento.

– Ya le he dicho que me cuesta mucho trabajo inventar -dijo-. Pero lo lógico sería que la amara, ¿no? Era su padre.

– Entonces ¿a qué se debía su silencio?

– No comprendo.

– ¡Su silencio y su frialdad! -exclamé-. Natalia recuerda, sobre todo, su mirada… Él la miraba y callaba, la miraba y callaba. ¿Por qué? ¿No era capaz de manifestar emociones? ¿No deseaba mostrarle cariño a su única hija?

Cara Fofa anotó algo y me miró sin responder.

– ¡Dígame! -pedí.

– Prefiero que sea usted quien lo diga.

«Me deja solo -pensé-. Quiere que las respuestas las obtenga yo.» En mi escritorio se hallaban desperdigados los papeles. Cogí el de Musa y lo contemplé. Se me había ocurrido una idea.

– Usted se basó en el cuerpo de una modelo para describir a Natalia -dije-Su mujer perfecta. Pero mi Natalia no es así, aunque le hubiera gustado serlo… Hubiera querido convertirse en la clase de mujer que a su padre le agradaba… ¡A ella le hubiera gustado ser una modelo, si con ello, al menos, lograba que él dejara de mirarla en silencio y reaccionara! ¡Ella sólo pedía unas gotas de cariño! ¡Fue lo único que pidió durante toda su vida! -Anoté aquel dato mientras hablaba-. ¿Y qué obtuvo? ¡El silencio y la mirada de su padre! ¡Para mí, eso sólo puede definirse de una forma: «desprecio»! -Vacilé, sin decidirme a apuntar aquella palabra. Cara Fofa me escuchaba con profunda atención; sólo bajaba la vista para escribir en su propio cuaderno-. ¿Sabe en qué se convirtió ella? ¿Quiere saberlo? Con una madre que ahogaba en alcohol sus temores atávicos hacia los hombres y un padre que no tenía tiempo ni ganas de ofrecerle una mínima parte del amor que ella reclamaba… ¿Quiere saber en qué se convirtió?

1 ... 28 29 30 31 32 33 34 35 36 ... 38 ВПЕРЕД
Перейти на страницу:
Комментариев (0)
название