-->

La F?rmula Omega

На нашем литературном портале можно бесплатно читать книгу La F?rmula Omega, Reig Rafael-- . Жанр: Триллеры. Онлайн библиотека дает возможность прочитать весь текст и даже без регистрации и СМС подтверждения на нашем литературном портале bazaknig.info.
La F?rmula Omega
Название: La F?rmula Omega
Автор: Reig Rafael
Дата добавления: 16 январь 2020
Количество просмотров: 197
Читать онлайн

La F?rmula Omega читать книгу онлайн

La F?rmula Omega - читать бесплатно онлайн , автор Reig Rafael

En una teleserie, los personajes secundarios organizan una revoluci?n que obliga a los protagonistas hertzianos y catodios a exiliarse al otro lado de la pantalla, en Madrid, donde tendr?n que enfrentarse al universo opaco de los telespectadores espa?oles. Siguiendo las instrucciones secretas que Bobby Fischer env?a al Maestro Carranza, una organizaci?n criminal pone en movimiento su comando armado, dirigido por un taxista y compositor de problemas (no s?lo de ajedrez) que tiene un prop?sito imposible: salir de s? mismo y conseguir entrar fuera. Cuando aparecen los primeros cad?veres la novela se precipita en un laberinto de amores prohibidos y persecuciones implacables que desemboca en la reglamentaria ensalada de tiros.

A trav?s del humor, La f?rmula Omega se propone forzar las posibilidades del g?nero para lograr una novela diferente. Y, al mismo tiempo, una de pensar. ?Qu? es la f?rmula? ?Hay una verdad oculta? ?Cu?l es la verdadera naturaleza de lo real? Estas son las preguntas que se hacen unos personajes arrinconados entre la memoria y la esperanza.

Внимание! Книга может содержать контент только для совершеннолетних. Для несовершеннолетних чтение данного контента СТРОГО ЗАПРЕЩЕНО! Если в книге присутствует наличие пропаганды ЛГБТ и другого, запрещенного контента - просьба написать на почту [email protected] для удаления материала

1 ... 27 28 29 30 31 32 33 34 35 ... 45 ВПЕРЕД
Перейти на страницу:

– Antonio, tú lo que quieres es acostarte conmigo. ¿Cómo se te ocurre?

– Que no quiero… Bueno, sí… pero sólo como entrenamiento, igual que lo del baile, ¿tú me comprendes?

Maribel bebió coñac, se enderezó en el sillón y permaneció en silencio. Algo iba mal.

Al parecer ella no le comprendía. Se terminó la copa y entonces lo dijo: -Tú eres un tarado. Pero de verdad: un auténtico tarado, Antonio.

– Vale, tía, no hace falta ponerse así… ¡Muchas gracias! Ya aprenderé yo por mi cuenta… -respondió, como quitándole hierro al asunto.

Te vas a acordar de ésta, se decía: vas a ver tú quien soy yo. Su fuero interno debía de estar vacío, porque las palabras rebotaban contra las paredes y el eco le devolvía las tres últimas entre interrogaciones: ¿quién soy yo?, ¿quién soy yo?, ¿quién soy yoooooooo?

Maribel se puso a ver Los cuatrocientos golpes mientras las esperanzas de Antonio se derrumbaban como un castillo de naipes.

Había puesto en el Blitzkrieg esas ilusiones de los veinte años y quedaron derribadas de un manotazo cruel, se disiparon cual pompas de jabón, volaron de un soplido, como la catedral de mondadientes levantada por algún testarudo idiot-savant. Aquel aprender juntos, de la mano; aquella camaradería fraterna, aquellos polvos-croquis, en borrador, que se prometía tan felices y frecuentes con su hermana…, ¡todo había desaparecido como si se lo hubiera tragado la tierra!

Desde entonces sabía que ella sabía.

Comprendió que los dos tendrían que renunciar al espejismo de una vida normal y corriente, como la que podían llevar si les daba la gana Pirri y Sonia Bruno, Zoco y María Ostiz o incluso Fabiola y Balduino, a pesar de las coronadas cabezas.

Ahora Antonio ya sólo se podía identificar con individuos fallecidos, a ser posible en trágicas circunstancias, separados de un golpe del resto de su vida.

En su inaccesible fuero interno se identificaba sin parar, se identificaba a fondo (hasta que le escocían los ojos) con Niño Bravo, el malogrado artista valenciano víctima de la carretera. Tenía visiones de unas sombrías nupcias post-mortem de Niño con Cecilia, unos espectrales esponsales al otro lado del agua, con las caras lívidas pegadas al cristal.

Tropezando con las patas de los muebles, se fue a su camarote, donde quedó a la deriva en la alta mar de la mayoría de edad.

1 ... 27 28 29 30 31 32 33 34 35 ... 45 ВПЕРЕД
Перейти на страницу:
Комментариев (0)
название