Testigos del silencio
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La doctora Temperance Brennan acaba de llegar a Montreal para cubrir el puesto de directora del Departamento de Antropolog?a forense de la provincia de Qu?bec. Atr?s ha dejado una situaci?n matrimonial delicada y una ?poca de trabajo nada f?cil, por lo que Temple acaricia la perspectiva de un relajante fin de semana. Antes, sin embargo, debe personarse en el lugar donde la polic?a acaba de encontrar un cad?ver descuartizado y meticulosamente clasificado en bolsas de pl?stico.
El singular proceder del asesino le resulta terriblemente familiar a la forense, y en seguida acude a su memoria el caso de la joven Chantale Trottier, de diecis?is a?os, que hab?a llegado a la morgue desnuda, escrupulosamente descuartizada y empaquetada en varias bolsas de basura tiempo atr?s. Con la certeza de que un asesino anda suelto por la ciudad, Tempe ha de recurrir a sus habilidades como forense para probar que ambos casos est?n relacionados. Pero para lograr la detenci?n del psic?pata ha de convencer a sus colegas del Departamento de Polic?a de que sus sospechas son ciertas, por lo que no la queda mas remedio que actuar con rapidez e incluso poner en peligro su vida y la de cuantos le rodean.
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Los restos del lago St. Louis supusimos que corresponderían a un caballero fallecido el otoño anterior en accidente marítimo tras desafiar la autonomía de un contrabandista de tabaco competidor suyo. Me dedicaba a recomponer su cráneo cuando sonó el teléfono.
Esperaba aquella llamada, aunque no tan pronto. Mientras escuchaba, el corazón me palpitaba con fuerza y la sangre latía en mi esternón como agua carbónica agitada en una botella. Sentí una oleada de calor.
– Hace menos de seis horas que está muerta -decía LaManche-. Creo que debería echarle una mirada.