La Historia del Loco

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La Historia del Loco
Название: La Historia del Loco
Автор: Katzenbach John
Дата добавления: 16 январь 2020
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La Historia del Loco - читать бесплатно онлайн , автор Katzenbach John

Han pasado veinte a?os desde que el Western State Hospital cerr? sus puertas y sus ?ltimos pacientes se reintegraron a la sociedad.

Francis Petrel ten?a poco m?s de veinte a?os cuando su familia lo recluy? en el psiqui?trico tras una conducta imprevisible que culmin? en una crisis.

Ahora, alcanzada la mediana edad, lleva una vida sin rumbo y solitaria, alojado en un piso barato y permanentemente medicado para acallar el coro de voces en su cabeza.

Pero un reencuentro en los terrenos de la clausurada instituci?n remueve algo profundo en la mente agitada de Francis: unos recuerdos sombr?os, que ?l cre?a haber enterrado, sobre los truculentos hechos que condujeron al cierre del Western State Hospital, y el asesinato sin resolver de una joven enfermera, cuyo cad?ver mutilado fue encontrado una noche despu?s del cierre de las luces.

Aunque la polic?a sospech? de un paciente, los internos siempre hablaron de un "?ngel" y el crimen qued? sin resolver. S?lo ahora, con la reaparici?n del asesino, se conocer? la respuesta.

Introduci?ndose en la impredecible mente de Francis, John Katzenbach demuestra su gran conocimiento del lado oscuro de la psique humana y su destreza para provocar la tensi?n en el lector, tal y como hiciera en El psicoanalista.

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– Lo que describes podría perjudicar a ciertas personas, ¿sabes?

– ¿Perjudicar?

– Reputaciones. Carreras. Esa clase de cosas.

– ¿Es peligroso?

– Podría serlo.

– ¿Qué debo hacer? -pregunté.

– No puedo responder eso por ti, Pajarillo. -Sonrió de nuevo-. Pero te he traído varios regalos que tal vez te sirvan para tomar una decisión.

– ¿Regalos?

– Imagino que, a falta de una palabra mejor, podrías llamarlos así. -Hizo un gesto con la mano hacia una simple caja de cartón marrón situada junto a la pared.

Me acerqué y de su interior saqué varios objetos.

Unos blocs gruesos, una caja de lápices del número 2 con gomas de borrar, dos latas de pintura al látex blanca, un rodillo, una bandeja y una brocha grande.

– ¿Sabes qué pasa, Pajarillo? -dijo Lucy, midiendo sus palabras con la precisión de un juez-. Cualquiera podría entrar aquí y leer lo que has escrito en la pared. Y podría interpretarlo de vanas formas, y una de ellas sería preguntarse cuántos cadáveres hay enterrados en el cementerio del viejo hospital. Y cómo llegaron ahí esos cadáveres.

Asentí.

– Sin embargo, Francis, ésta es tu historia y tienes todo el derecho a contarla. De ahí los blocs, que ofrecen un poco más de permanencia y más intimidad que las palabras escritas en una pared. Algunas ya están empezando a borrarse y es probable que, muy pronto, sean ilegibles.

Era verdad.

Lucy sonrió y se dispuso a añadir algo más, pero se detuvo. En lugar de eso, se inclinó y me besó en la mejilla.

– Me alegro de volver a verte, Pajarillo -dijo-. Cuídate mejor de ahora en adelante.

Y, dicho esto, se marchó cojeando, apoyándose en el bastón y arrastrando la pierna derecha, inservible, como ingrato recuerdo de aquella noche. Los hermanos Moses la observaron un momento y luego, sin decir nada, me estrecharon la mano y la siguieron.

Una vez a solas, me volví hacia la pared. Mis ojos recorrieron veloces todas las palabras escritas y, mientras leía, preparé con cuidado los lápices y los blocs. Sin dudar más de unos segundos, copié deprisa desde el principio:

Francis Xavier Petrel llegó llorando al Hospital Estatal Western en una ambulancia. Llovía con intensidad, anochecía deprisa, y tenía los brazos y las piernas atados. Con sólo veintiún años, estaba más asustado de lo que había estado en su corta y hasta entonces relativamente monótona vida…

Pensé que la pintura al látex blanca podría esperar un par de días.

***
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