Muerte en la Fenice
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El renombrado director de orquesta Helmut Wellauer aparece muerto, envenenado con cianuro pot?sico, durante una representaci?n de La Traviata en el c?lebre teatro veneciano de La Fenice. Hasta el comisario Guido Brunetti, acostumbrado a la laber?ntica criminalidad de Venecia, se asombra de la cantidad de enemigos que el m?sico ha dejado en su camino a la cumbre. Pero, ?cu?ntos ten?an motivos suficientes para matarle?
Conocido y querido ya por miles de lectores, el comisario Brunetti, armado tan s?lo con su paciencia y sagacidad, resuelve en esta sugerente novela polic?aca su primer caso.
Brunetti es un h?roe corriente, es decir, un antih?roe cuya vida es feliz en lo personal y crecientemente desgraciada en lo profesional. Un vago izquierdismo lo une con su esposa Paola y les lleva a compartir de vez en cuando reflexiones amargas sobre la corrupci?n, la burocracia.
Muerte en La Fenice fue galardonada en Jap?n con el prestigioso Premio Suntory a la mejor novela de intriga y convirti? en poco tiempo a Donna Leon en el gran boom de la novela polic?aca en Europa. Un excelente comienzo.
«El verdadero encanto de esta serie reside en el carisma de Brunetti y su apasionada identificaci?n con el alma de Venecia.»
The New York Times Book Review.
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Se levantó bruscamente, tirando al suelo la ropa que la envolvía.
– Fuera de mi casa, cerdo. Cerdo.
Brunetti saltó para esquivarla, tropezó con la pata de la silla y corrió por el pasillo delante de ella. La mujer mantenía la mano levantada y él huía de una ira desatada. Mientras él descorría los cerrojos con dedos torpes, ella se paró, jadeando. Desde el patio se la oía chillar y maldecirlos a él, a Wellauer y al mundo. Sin dejar de gritar, cerró y aseguró la puerta. Él se paró en medio de la niebla, estremecido por el arrebato que había provocado. Aspiró profundamente, para tranquilizarse, para olvidar aquel primer instante en el que había tenido verdadero miedo de aquella mujer, miedo de la fuerza del recuerdo, que la había catapultado hacia él.
