Visions Of Sugar Plums
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Faltan cuatro d?as para Navidad y las cosas no se ven alegres para la cazarrecompensas Stephanie Plum. No tiene ?rbol. No ha comprado ning?n regalo. Las tiendas est?n llenas hasta los topes de compradores. No hay ninguna luz centelleando en su apartamento. Y un extra?o est? en su cocina.
Claro que esto ya le ha ocurrido a Stephanie Plum antes. Los desconocidos, bichos raros, criminales, arrastrados y lun?ticos de siempre encuentran sin problemas el camino a su puerta. Pero este tipo es diferente. Este tipo es misterioso, sexualmente atractivo… y tiene sus propios planes. Su nombre es Diesel y es un hombre con una misi?n. Diesel es diferente a cualquiera que Stephanie haya conocido en su vida. La pregunta es, ?qu? quiere de ella? ?Le puede ayudar a encontrar al peque?o viejo fabricante de juguetes que ha roto su libertad bajo fianza antes de Navidad? ?Puede sobrevivir ?l a la cena del d?a de fiesta de la familia Plum? ?Puede traerle a Stephanie un ?rbol que no tenga aspecto de haber crecido al lado de una central nuclear? Estas preguntas y otras m?s la mantienen despierta por la noche. Por no mencionar que necesita encontrar a un mont?n de desagradables elfos, su hermana Valerie tiene una?sorpresa? de Navidad para los Plum, su sobrina Mary Alice ya no cree en Santa, y la abuela Mazur tiene un nuevo semental.
As? es que saca el reno pl?stico, ata las campanillas, y al?state para celebrar los d?as de fiesta? al estilo de Jersey. Visiones de Sugar Plums? ?el mundo de Plum nunca ha sido m?s alegre!
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– Esperaré, también.
– Deberíamos limpiar este lío, -dijo la Abuela.
– Mañana, -le dijo mi madre, llevando una silla del comedor a la sala de estar, sentándose frente a Mary Alice y Angie-. Voy a esperar a Santa.
Así que nos sentamos y esperamos a Santa. Pusimos la televisión pero realmente no la miramos. Esperábamos escuchar pasos en el techo. Esperábamos entrever a un reno volando por delante de la ventana. Esperando que ocurriera algo mágico.
El reloj tocó las doce y oí que llegaban coches y se abrían y cerraban puertas. Y oí voces, acallando un animado balbuceo. Hubo un golpe en la puerta principal y nos levantamos de un salto. Abrí la puerta y no me sorprendió demasiado ver a Sandy Claws. Él estaba vestido con un elegante traje rojo con una corbata roja de Navidad. Sostenía una caja, toda envuelta en papel brillante y atada con una cinta dorada. Detrás de él se retorcía una legión de elfos. ¿(Quién era yo para decir si eran falsos o verdaderos?) Todos portando regalos. Randy Briggs estaba entre ellos.
– Diesel me dijo que necesitabas un poco de ayuda con la Navidad, -me dijo Claws.
– ¿Está bien?
– Está perfecto. Diesel siempre está bien. Devolvió a Ring a Casa.
– ¿Cómo pudo hacerlo? ¿Cómo pudo sortear la energía?
– Diesel tiene formas.
– Apuesto que los acosan, ¿cierto? -dijo Kloughn a un par de elfos-. Apuesto que podrían aprovechar a un buen abogado. Permítanme darles mi tarjeta.
Mi madre se lanzó a la cocina y volvió con bandejas de galletas y pastel de frutas. Mi padre sacó algunas cervezas. La Abuela observó a Claws.
– Él es una monada, -me dijo-. ¿Sabes si está ocupado?
La fiesta duró hasta que todos los regalos fueron abiertos, la última galleta comida, y la última cerveza bebida. Los elfos se despidieron y volvieron a sus coches. Sandy Claws y Briggs se quedaron con una última caja. Era la caja con la cinta dorada, y Claws se la dio a Mary Alice.
– Lo hice yo mismo, -dijo-. Sólo para ti. Guárdalo siempre. Es un regalo especial para una persona muy especial.
Mary Alice abrió la caja y miró dentro.
– Es hermoso, -dijo.
Era un caballo. Tallado en madera de cereza.
Mary Alice lo sostuvo en su mano.
– Está tibio, -dijo.
Toqué al caballo. Se sentía frío a mi contacto. Levanté las cejas en pregunta a Sandor.
– Un presente especial para una persona especial, -me dijo él.
– ¿Una persona especial con habilidades especiales?
Él sonrió.
– Hay signos.
Le devolví la sonrisa.
– La veré en el tribunal, -dijo él.
Desperté al amanecer y suavemente me aparté de Morelli. Crucé mi apartamento a oscuras hasta la cocina. El árbol del centro comercial estaba encendido con brillantes luces diminutas, y Diesel estaba apoyado contra el mostrador.
– ¿Es un adiós? -Le pregunté.
– Hasta la próxima vez. -Tomó mi mano y besó mi palma-. Fue una buena Navidad, -dijo-. Te veré por ahí, bonita.
– Te veré por ahí, -dije, pero él ya se había ido.
Y él estaba totalmente en lo cierto, pensé. Fue una Navidad muy buena.